miércoles, 22 de abril de 2015

Edith Södergran y la Mujer que No Es


Edith Södergran Es una poeta sueco-finlandesa nacida el 4 de abril de 1892 y fallecida tempranamente en 1923. Una primera impresión al leer su producción poética nos envuelve en la voz exclusiva de un ser que emerge entre los siglos convulsos de la modernidad. El panorama de su poesía está marcado claramente por el contexto de las revoluciones en el lenguaje y por la revolución rusa. La poesía como sostiene Octavio Paz es un acto de amor y de espiritualidad: “En el encuentro amoroso, en la imagen poética y en la teofanía se conjugan sed y satisfacción: somos simultáneamente fruto y boca, en unidad indivisible”. En Edith así lo podemos evidenciar como una reverberación de acentos instintivos sobre el paso de los días. Una libertad incalculada y no caduca inunda de manera muy preclara cada voz y momento de su producción. Expresionista, anárquica y formalmente muy modernista esta poeta construye una poética de la voz femenina que trasciende los arquetipos y los círculos semánticos de la mera liberación femenina.


La influencia del ruso, el alemán, el sueco y el finlandés estarán en sus primeras obras, más a partir de la evolución de construcción formal de su literatura se declinará por el sueco. La cercanía con círculos de antropólogos y filólogos como Hugo Bergoth y otros poetas, entre éstos la escritora Hagar Olsson, le llevarían a contar con opiniones tempranas y oportunas para la depuración de su poesía así como para franquear con audacia una posición más íntima respecto a la interioridad y esa relación dialéctica o dialógica con el mundo. Un hecho importante, que marca vitalmente su esfera íntima, fue su padecimiento de tuberculosis lo que la llevaría a viajar a Suiza junto con su madre e internarse en reiteradas ocasiones en nosocomios para tratar su enfermedad. Eso es tangible desde sus primeros poemas (1916) donde la conversación con el exterior es evidente, donde la trascendencia hacia un estado neutro también es importante: “No soy una mujer. Yo soy un neutro./Soy un niño, un paje y una audaz decisión,/soy un rayo que ríe en un sol escarlata.../Una red para todos los peces voraces,/un brindis en honor de todas las mujeres,/un paso hacia el azar y hacia la perdición,/ un salto a la libertad y hacia el propio yo...”. Estado neutro porque su poesía tiene vínculos con los grandes abismos de la escritora: muerte,infancia, eros, silencios, poder, materia y otros grandes campos del estado interior donde se convierte la crisis de la voz en la expresión inequívoca de una mujer que no se inscribe ni quiere en un arquetipo, sino en la urgencia de decir lo que se ha aprendido desde la soledad.

Su poesía está básicamente comunicada a través de cuatro obras:Poemas, en 1916, Lira de septiembre, en 1918, El altar de rosas, en 1919 y La sombra del futuro, en 1920. En 1925 se publica en forma póstuma El país que no es, que reúne su producción dispersa producida desde antes de 1916 hasta 1923, año de su muerte. Como lo apunta la selección y nota de Roberto Mascaró en Edith Södergran Poemas selectos su poesía es entendible no sólo en la fuerza de la renovación de la emoción del yo sino en la formalidad que encuentra en un ritmo de imágenes que junto con otros nombres como Gunnar Björling, Rabbe Enckell, Elmer Diktonius, Henry Parland se denominó modernismo sueco-finlandés o finlandssvensk modernism.

La dureza de la Revolución rusa, la tuberculosis, los amores y círculos de la vida le llevarían a tener dudas y claridades más bien transitorias. La fragmentación de esas luces y de su forma al escribir queda expresamente manifiestas en la continuidad en los títulos y temáticas de sus tres primeros poemarios. En su último poemario hay madurez extrema, menos extensión pero una elocuente manera de desdibujar la utopía de sus primeros poemas. Los signos desde los que nace como poeta: la casa, la tarde, el ocaso, la primavera, la rosa, adquieren el poemario póstumo El país que no es una dimensión más simple, pero más segura de lo insondable y de lo miserable que resulta la realidad humana

Lo humano en contrapeso con lo inefable está expuesto en ese estrecho lazo con la filosofía y la literatura alemana, grandes influencias se advierten con Heindrich Heine, Goethe y Nietzsche. Al respecto de este último, en el poemario Lira de septiembre, el poema dedicado a éste filósofo expresa una afinidad tutelar y casi religiosa: “Desafiante estoy yo sobre tu tumba/como burla: más bello de lo que tú soñaras./¡Padre extraño!/Tus hijos no te han de traicionar,/Con el porte de dioses andarán por el mundo.” De allí deviene también abarcar en esta relación con la filosofía su imagen en el mundo de la luz, aún más oscuro en algunas poéticas y con ello el signo de lo moderno.

Es válido hablar de escritora modernista así como se le relaciona generacionalmente con Katri Vala. Sin afán por expresar el lenguaje no es otra cosa más que un instrumento para decir, en la poesía modernista, éste dimensiona no sólo la relación entre lo emotivo y lo exterior sino otras esferas de existencia, es decir la emergencia de luz, de saber, de diálogos con otros textos y contextos sociales. Roberto Mascaró y Christian Anwandter Donoso reseñarán de manera muy formal y con entusiasmo el yo de Edith en las transiciones y las búsquedas de la emoción. Para Dámaso Alonso es la emoción, más allá de los preludios de la razón; el vínculo entre la imagen y el lenguaje, la forma por excelencia de la poesía. En la poesía de Edith está más que claro el efecto de la vida y el fluir lúcido a través de un lenguaje propio. También conviene anotar que su último poemario, publicado de forma póstuma, contiene el título de uno de sus poemas más trascendentes, es decir “El país que nos es”. En él busca hablar de un experiencia de negación, pero no exterior plenamente sino bajo la metáfora de la negación de ella respecto a otro, simbolizado en la palabra tierra. En esta edición se presentan dos versiones del mismo poema, donde se pueden hacer dos lecturas distintas dependiendo de la óptica de genero de la escritora, con su feminidad a galope, o con su neutralidad característica.

Leer y estudiar la poesía de Edith Södergran es imprescindible no sólo para las mujeres escritoras ni sólo para los grupos de críticos literarios sino también para aquellos lectores que se redescubren en la voces humanas que trascienden su tiempo para profetizarse. La crítica y algunas valoraciones simplistas podrán apuntar el efecto de lo lírico, lo bucólico, lo intimista como un camino ya transitado; sin embargo, la poética de la emoción y del desencuentro con los diagramas modernos también existe como un hilo más complejo de lo que parece. No sólo se trata de la decadencia o de lo anárquico de la vida sino de ser excepcionalmente un modo de vida y de argumentar esa conspiración en contra de todo lo que socava la necesidad de ser libre. Así apreciamos la poesía de Edith desde su voz conspirativa contra la totalidad. Nos neutralizamos y nos fragmentamos.

En hora buena, usted lector que se deja atravesar por la poesía. Está frente a una voz insondable pero muy lúcida en lo que quiere ser. Lea a Edith y concluya usted si habrá otras maneras de apreciar su gran aporte a la literatura de todos.

La presente selección contiene cuarenta y dos poemas de la totalidad de los cuatro poemarios de la autora. Agradecimientos especiales al poeta y editor Andrés Norman Castro por su interés en publicar la obra de Edith. La selección obedece a criterios de expresión clave de la poética de la autora, así mismo a la presentación panorámica de su evolución poética. Esperaremos que otros poetas, lectores y estudiosos hagan suya la tarea de leerle y hacerla visible para otros tantos sedientos de gran literatura.


Francisca Alfaro
Poeta salvadoreña

Selección de poemas del libro "La mujer que no es" de Edith Södergran

DÍAS DE OTOÑO

Transparentes son los días del otoño
pintados en el suelo dorado de este bosque...
Los días del otoño sonríen a todo el mundo.
Es tan bello dormirse sin deseos,
colmada por las flores y harta de la hierba,
con diadema de vino en la cabeza...
El día del otoño ya no tiene nostalgia,
inevitablemente fríos son sus dedos,
en sus sueños él ve por todas partes
cómo los copos blancos caen constantemente...



VIERGE MODERNE

No soy una mujer. Yo soy un neutro.
Soy un niño, un paje y una audaz decisión,
soy un rayo que ríe en un sol escarlata...
Una red para todos los peces voraces,
un brindis en honor de todas las mujeres,
un paso hacia el azar y hacia la perdición,
un salto a la libertad y hacia el propio yo...
Un susurro de sangre al oído del hombre,
una escarcha del alma, nostalgia y negación de la carne,
un cartel a la entrada de nuevos paraísos.
Una intrépida llama buscadora,
un agua profunda que sube a la rodilla, agua y fuego
en franca comunión, sin condiciones...



El País Que No Es

Echo de menos el país que no es,
porque todo lo que es, me canso de desearlo.
Del país que no es me cuenta a mí la luna
en runas plateadas.
País en que el deseo bellamente se cumple,
país en donde ceden todas las cadenas,
País en que la frente herida se refresca
en rocío de luna.
Una ilusión ardiente fue mi vida.
Pero yo he encontrado y realmente he ganado
el camino que lleva al país que no es.
En el país que no es
allí pasa mi amado con corona brillante.
¿Quién es mi amado, pues? La noche es oscura
y tiemblan las estrellas en respuesta.
¿Quién es mi amado? ¿Cómo es que se llama?
Hacia arriba y arriba los cielos se dilatan,
y en infinitas nieblas un niño se está ahogando
sin saber la respuesta.
Pero un niño no es otra cosa que un sabio
que extiende sus brazos más allá de los cielos.
Y una respuesta llega: soy el que tú amas y al que siempre has de amar.




Titulo: La mujer que no es
Autora: Edith Södergran
Traductor: Roberto Mascaró
Prólogo: Francisca Alfaro
Colección: EDDA #3
Arte exterior: Carlos Rosales
ISBN: 978-0-692-39936-1
Fecha de publicación: Abril 2015

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